No te vuelvas a ir, no lo vuelvas a hacer. No sabes lo que es no saber de ti, si estás bien, si estas mal, no poder llamarte. No recordar tu voz. Echar de menos tus miradas, tus caricias, tus bromas, tus juegos tontos con los que tantas veces te dije: “Nos vamos a quemar”. Al final soy yo la que se ha quemado.
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